O sea que pedir dimisiones, se hace, pero ya si eso, cuando estamos hasta el cuello, no sea que nos equivoquemos.
O mejor, si eso esperamos un poco después, que hay que asegurarse si de verdad estamos seguros… Y cuando nos llegue más allá del nivel de la azotea, entonces le damos otra pensada.
¡Que somos implacables!