Días oscuros para aquellos que creían ciegamente en la separación de poderes y la independencia de los jueces y fiscales. Oleadas de corrupción y poca ética tienen la culpa.
Toquemos madera porque esta pesadilla termine (sí, es una pesadilla) y la sociedad vuelva a confiar totalmente en las instituciones, porque la desconfianza, y más sobre estas cosas, termina normalmente muy mal.