Pocas palabras quedan por decir, cuando hemos visto a nuestros dirigentes disfrutando de unas (seguramente) merecidas vacaciones. El caso es que ¿deberían haberlo hecho con la que teníamos encima?
En mi caso, he tenido que cancelar vacaciones cuando un proyecto profesional me lo impedía. Y me fastidió, si, pero era lo que había que hacer. En el caso de dirigir un país, ¿no hubiese sido necesario algo similar?
Mientras tanto, en la otra cara de la moneda, tenemos a quien pide acuerdos a gritos y da la sensación de que no se le hace mucho caso… Quizá por eso al final se firmaron pactos de investidura (por mantenerle ocupado).
Un poco de humor pre-fin de semana!!!