Señores, dicen que las tradiciones van desapareciendo, pero nadie cae en que creamos nuevas cada día. Una de ellas es la tradición de generar polémica con la Cabalgata de los Reyes Magos.
Desde aquel «Jamás te lo perdonaré, Carmena», no hemos parado de tener momentazos. Todo sirve para generar un ruido atronador del que, curiosamente, nuestros hijos son ajenos. Me pregunto cuántos caerán en si el vestido que llevan sus majestades es de Ruíz de la Prada o del mercadillo del Pozo del tío Raimundo. Si hasta hace dos días, Baltasar era un señor pintado de betún…
En fin. Todo sea por lanzar nuevas tradiciones.